En este ensayo reflexionamos sobre los desafíos tecnológicos, económicos, académicos y políticos que implica la edición científica en formato digital para los investigadores argentinos en Ciencias Sociales y Humanas. Basándonos en la trayectoria de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata en la materia,1 proponemos que el trabajo interdisciplinario, el acceso abierto y la revisión por pares son los pilares fundamentales para llevar adelante una revista científica publicada en la web desde una unidad académica, es decir, desarrollada por el trabajo ad honorem de docentes-investigadores y sostenida económicamente con el presupuesto universitario.2 Una revista científica es una publicación periódica especializada en una temática, arbitrada por pares, y de contenido original, dirigida a la comunidad de investigadores. Los editores académicos universitarios editamos una revista científica porque queremos difundir los resultados de la investigación, porque es una herramienta de intercambio del conocimiento que generamos con el que se realiza en otras partes. Es una ventana para que se conozca lo que hacemos en la disciplina, es una puerta que invita a otros a participar de un diálogo académico. En definitiva, publicamos a otros en tanto los demás nos publican a nosotros.

Desde mediados de los '90 el constante desarrollo de programas de computación e internet han convertido a la publicación digital en una alternativa. Cuando empezamos con Mundo Agrario3 decidimos hacerla en ese formato, no solamente por las posibilidades que en esos años ya ofrecía el software y la web, sino también por una cuestión de costos, podíamos ahorrarnos lo que nos cobraba una imprenta. La complejidad de los procesos de trabajo hacen que hoy una revista digital no sea mucho más barata que una revista en papel, porque lo que no se invierte en la imprenta debe utilizarse en pagar la edición, carga y actualización de los contenidos para su difusión.4 Pero, más allá de los costos, la mejor razón para hacer una revista en la web pasa por las posibilidades que ofrece este medio, empezando por la inmensa cobertura que tiene internet con respecto a los pocos ejemplares que se pueden imprimir en papel, siguiendo por las alternativas de edición en diferentes formatos, colores, cantidad de información que puede ofrecerse al público en tablas, mapas y gráficos, edición simultánea de fotografías, videos y texto, y un largo etcétera. Finalmente, publicar en web ofrece desafíos tecnológicos, económicos, académicos y políticos que implican un posicionamiento, tanto de los editores como de los autores, respecto de cómo y dónde difundir el conocimiento que producen.

1. Desafíos tecnológicos

Los desafíos tecnológicos consisten en la elección del software a utilizar y, por lo tanto, la necesidad de contar con profesionales en informática que nos asesoren al respecto. Aunque las alternativas respecto a plataformas de edición web no son pocas, es evidente que el software libre viene ganando espacio, sobre todo el Open Journal System,5 que ofrece un entorno muy amigable para el lector, una herramienta eficiente para los equipos de gestión de una revista y permite un eficaz manejo de los archivos para el intercambio con las bases de datos. Ahora bien, esto significará también un cambio en la relación con los autores y los evaluadores, que deberán adecuar las prácticas de envío del material al nuevo sistema. Por otro lado, no es un software fácil de preparar para que quede listo para su uso, de allí que la relación con los especialistas en informática sea esencial para llegar a buen puerto. Ellos también deberán estar atentos a las actualizaciones por parte de la comunidad internacional de desarrolladores, para que la versión que usamos no quede obsoleta. Con Mundo Agrario empezamos editando páginas html planas y estáticas utilizando el editor DreamWeaver, pero debido las dificultades de conseguir licencias de uso del sofware (con los costos que eso conlleva) por consejo del jefe de informática de la FaHCE el sitio de la revista pasó a generarse en un gestor de contenidos de fuentes abiertas (PLONE),6 que, además ofrece una mejor prestación y mayor facilidad de uso. Actualmente, está todo listo para dar a conocer la colección completa de esta revista en OJS, sistema que conocimos a partir de los cursos y presentaciones internacionales del personal de la biblioteca.7

2. Desafíos económicos

Los desafíos económicos están en directa relación con qué se pretende mostrar y cómo. En general se supone que como no se utilizará tinta ni papel, será más barato publicar en web. Esto es sólo verdadero si lo que se piensa es hacer en web lo mismo que antes se hacía en soporte papel, lo que significa desaprovechar las posibilidades que tiene, justamente, el medio digital. En la experiencia del equipo de publicaciones de la FaHCE, cuando se decidió editar las Carpetas Docentes de Historia,8 comenzamos con esa idea de editar en web, casi como si lo hiciéramos en papel. Pero rápidamente nos dimos cuenta que necesitábamos el auxilio de una especialista en diseño gráfico que nos ayudara a mostrar en "lenguaje web", lo que nos obligó a reestructurar el sitio. En éste, y en el caso de las revistas, también como en la edición tradicional, seguimos requiriendo la corrección de estilo y la traducción al inglés de los resúmenes y palabras clave. O un especialista en arte, que nos ayude con las imágenes, y otro especialista en derechos de autor, porque uno se entusiasma en poner este y otro cuadro, gráfico, mapa que puede linkear fácilmente, pero hay que saber cuáles de esas producciones están protegidas.9 Finalmente, el material editado es indizado e incluído en diferentes bases de datos para su mayor visibilidad internacional, tarea que requiere de un determinado procesamiento del material que deben realizar los bibliotecarios, dada las capacidades que adquieren en su formación académica, al menos los que estudian en la FaHCE. Este conjunto de actividades relacionadas con la publicación digital tiene su costo, porque la Facultad debe pagar el trabajo de todos esos profesionales.

3. Desafíos académicos

Los desafíos académicos siguen siendo los mismos que para la publicación científica en papel. Los más importantes se resumen en mantener la periodicidad para dar garantía de continuidad en la difusión del conocimiento, la revisión doble ciego por pares que asegure la calidad científica de los artículos publicados, el cuidado en que un alto porcentaje de las colaboraciones estén firmadas por colegas de otras universidades para evitar la endogamia, y, finalmente, hay otra serie de exigencias de calidad editorial, que deben ser cumplidas. Estas, estandarizadas a nivel internacional, posibilitan la indización (cuando la cita de cada artículo de una revista está en una base de datos10) e inclusión (cuando la descripción de la revista está en una base de datos11). Estos procesos aumentan la visibilidad de los artículos, con lo cual mayor cantidad de colegas pueden acceder a ellos, y si las bases son de acceso abierto, toda la comunidad puede hacerlo. De manera tal que la vinculación con las bases de datos requiere de un programa de capacitación de personal para que pueda preparar los archivos digitales para su inclusión allí, y de personal capacitado para aconsejarnos cuáles son las bases a las que podemos ingresar y los requisitos que solicitan, aquí los especialistas en bibliotecología tienen mucho para aportar.12

La FaHCE, tiene una vasta experiencia en el apoyo a las publicaciones científicas. De los muchos ejemplos que pueden darse, vamos a concentrarnos en el caso de Mundo Agrario . Sus editores pusimos gran esfuerzo desde su creación en el año 2000 por darle continuidad a la propuesta, consiguiendo que algunos colegas acercaran los resultados de sus investigaciones. Aún así, la revista tenía dificultades para completar sus números, pero cuando incorporamos la estrategia de visibilidad, que se propuso desde la biblioteca, poco a poco se fueron acercando más lectores y más autores. Otra estrategia académica que siempre cuidamos fue la de ampliar lo más posible el número de evaluadores, pues en muchos casos, quien evaluó para la revista y comprobó que su trabajo había sido tomado en cuenta, luego ha enviado una colaboración, o lo hizo alguien de su equipo. En 2004 Mundo Agrario fue invitada a participar del Portal SciELO, siendo la primera revista argentina en aportar su colección completa. En 2005, de las catorce revistas abiertas que publicaba la Facultad, figuraban en el Catálogo de Latindex13Mundo Agrario, Revista de Filosofía y Teoría Política y Synthesis . Las restantes aún no se habían presentado, aunque algunos de nuestros editores conocían la encuesta de evaluación de Latindex o bien habían participado durante 2004 de los cursos realizados por el CAICYT para editores científicos. A principios de 2005 se centralizó en la Biblioteca de la Facultad el primer envío al Núcleo básico de revistas científicas argentinas convocado por CONICET-CAICYT.14 El personal especializado de la biblioteca tomó los parámetros utilizados por Latindex para hacer un análisis previo al envío, sugiriendo la presentación de ocho títulos de los cuales CAICYT incorporó cinco.

Con la creación, en 2006, del Proyecto Web y Publicaciones , con asiento en la biblioteca, la FaHCE abrió un espacio de coordinación de las actividades de edición de revistas y de difusión de sus contenidos a partir de un Portal estructurado con un sitio principal y tres sitios transversales: BIBHUMA (biblioteca de la FaHCE, incluyendo sus catálogos), Publicaciones (con las tablas de contenidos de cada revista) y Memoria Académica (repositorio institucional, que incorpora los textos completos).15 La edición de las revistas comenzó a ser supervisada por las bibliotecarias con el objetivo de que fueran cumpliendo, en principio, las normas Latindex.16

Al mismo tiempo que se desarrollaban estos procedimientos de trabajo en el asesoramiento a editores, y teniendo en cuenta que en las evaluaciones el aspecto más débil de las presentaciones fue la escasa presencia de las revistas en bases de datos internacionales, se inició el proceso de indización logrando ingresar en bases de datos como Ulrich's Periodicals Index, Francis: Sciences Humaines et Sociales (INIST), HAPI, IBSS, MLA, Sociological Abstracts, The Philosopher's Index, Dialnet, RedALyC y Scopus. Durante 2008 se hizo una nueva presentación a núcleo básico de tres revistas que habían mejorado sustancialmente en cuanto a los parámetros Latindex, de modo que hoy son ocho las revistas de la FaHCE en el Núcleo Básico17. En 2010, se ha logrado incorporar al Catálogo Latindex dos títulos mas, Olivar y Geograficando. En resumen, el trabajo interdisciplinario entre editores y bibliotecarios ha posibilitado aumentar la visibilidad internacional de las revistas de la FaHCE, mejorando su calidad editorial, avalada por los sistemas nacionales y regionales.

4. Desafíos políticos

Los desafíos políticos tienen que ver con el sentido que queremos darle a la difusión del conocimiento científico y con la utilización de nuestros esfuerzos académicos y editoriales en los esquemas de evaluación de los organismos de gestión de la ciencia. Aquí la primera pregunta es: por qué publicamos en Acceso Abierto y qué implica esto, la segunda pregunta es: de qué manera se está utilizando la publicación científica para evaluar los resultados de la tarea de investigación y la tercera, de qué manera queremos que se nos evalúe.

La respuesta a la primera pregunta requiere de un breve relato histórico. Desde la década de 1990, por lo menos, cuando Internet comenzó a transformarse en una red masiva de intercambio de información y podía vislumbrarse su enorme potencial a favor de la difusión del conocimiento, algunos grupos de investigadores y bibliotecarios, especialmente en Estados Unidos, comenzaron a plantearse la mejor forma de acceder libremente a los resultados de su trabajo y compartirlos. Hacia el fin de la década, la iniciativa Open Archives coronaba estos esfuerzos, que desarrolla y promueve estándares de interoperabilidad que son los que permiten el diálogo entre diferentes sistemas y por lo tanto permiten una mayor fluidez en la difusión de contenidos.

El movimiento de acceso abierto se formalizó el 14 de febrero de 2002 con la Declaración de Budapest en la que establecieron que el resultado del trabajo de los científicos debería cumplir con los siguientes requerimientos: "disponibilidad gratuita en Internet público, permitiendo a cualquier usuario leer, descargar, copiar, distribuir, imprimir, buscar o usar el documento con cualquier propósito legal, sin ninguna barrera financiera, legal o técnica, fuera de las que son inseparables de las que implica acceder a Internet mismo. La única limitación en cuanto a reproducción y distribución y el único rol del copyright en este dominio, deberá ser dar a los autores el control sobre la integridad de sus trabajos y el derecho de ser adecuadamente reconocidos y citados".18 Recomendaron que las dos alternativas para llevar a cabo estos propósitos podían ser el auto-archivo y la generación de publicaciones periódicas de acceso abierto.

Al año siguiente, en la Declaración de Bethesda se establecieron las dos condiciones que debería cumplir una publicación AA. En primer lugar los autores y los propietarios del copyright deben otorgar a los usuarios: "derecho libre, irrevocable, universal y perpetuo de acceso y licencia para copiar, utilizar, distribuir, transmitir y presentar el trabajo públicamente, y hacer y distribuir obras derivadas, en cualquier soporte digital para cualquier finalidad responsable". En segundo lugar, una copia de la obra deberá depositarse luego de su publicación en "un repositorio en línea apoyado por una institución académica, una sociedad de intelectuales, una agencia gubernamental, o cualquier otra organización debidamente establecida que persiga facilitar el acceso abierto, la distribución sin restricciones, la interoperabilidad y el archivo a largo plazo".19

Entonces, las dos vías para alcanzar el acceso abierto -revistas AA y repositorios institucionales- comenzaron a crecer y a desarrollarse en todo el mundo académico,20 y a generar posturas encontradas. En el debate pareciera existir un choque de intereses entre los actores más importantes de la comunidad científica: la industria editorial, el mundo académico y el interés público, y por lo tanto, la estructura de comunicación científica que durante largo tiempo se mantuvo estable, entró en crisis (Schimmer, 2008).

Por un lado, los editores comerciales de revistas científicas comenzaron a pensar y diagramar un nuevo modelo de negocios que le permitiera de alguna forma, redistribuir los costos que implica la edición para que éstos no recayeran en el usuario final, quien accedería de forma gratuita. Algunos de los modelos que están surgiendo son: el autor paga para publicar,21 o bien quien paga es la institución que financió al autor para desarrollar esa investigación, o el estado subsidia todo o parte de los costos que implica editar una revista (es el caso de la mayoría de las revistas en Ciencias Sociales y Humanas en Argentina, financiadas por las Universidades).

Por otro lado, el mundo académico, vio en los repositorios institucionales una alternativa. Muchos de los primeros repositorios institucionales que surgieron, en realidad lo hicieron inicialmente como bibliotecas digitales de tesis y disertaciones, creadas en el ámbito de las bibliotecas universitarias, las que a partir de las nuevas tecnologías vieron la oportunidad de trasladar al ambiente digital uno de sus objetivos fundamentales, como siempre fue la reunión, difusión y preservación de la producción de sus propios docentes e investigadores. El movimiento de acceso abierto consiguió afianzar esta idea, por lo que las bibliotecas de las más importantes universidades del mundo se pusieron a la cabeza de estas iniciativas. En algunos países en desarrollo, debe destacarse que la mayor parte de los repositorios existentes fueron iniciados y son gestionados actualmente por las bibliotecas de las instituciones.22

En los repositorios, son los autores quienes deben “autoarchivar” una copia de sus artículos y demás producciones para permitir que exista un acceso abierto alternativo, institucional, independientemente de dónde haya publicado su trabajo originalmente. Ahora bien, evidentemente, no todos los autores realizan autoarchivo de sus trabajos, y no en todas las instituciones existen repositorios en los que poder autoarchivarlos. Entonces, si bien la cantidad de papers y documentos científicos disponibles en acceso abierto por cualquiera de ambas vías ha crecido enormemente, estamos lejos aún de alcanzar el acceso universal que propone el movimiento AA.

Volveremos sobre esto, pasemos ahora a la segunda pregunta acerca de cómo se utilizan las diferentes formas de producción científica para evaluar a los investigadores y a los órganos de difusión de los resultados de sus investigaciones. Últimamente, especialmente en CONICET, se está hablando de términos como Factor de Impacto de las publicaciones o el Índice H de los científicos, para aplicarlos en evaluación. Si bien son de uso cotidiano en otras ciencias desde hace unos cuantos años, no lo son tanto en las Ciencias Sociales y Humanas, de modo que bien vale la pena dar un repaso acerca de qué son estos conceptos y cómo se utilizan.

El factor de impacto es una cifra que intenta expresar la importancia de una publicación y se obtiene dividiendo la cantidad de veces que los artículos de esa revista fueron citados en otras sobre la cantidad de artículos publicados por la revista en cuestión en una ventana de tiempo que puede oscilar entre dos y cinco años.23 En cambio el índice H se calcula a partir de la cantidad de citas que ha obtenido un autor, intentando balancear la cantidad de citas con la cantidad de trabajos publicados por esa persona en su vida académica o en los últimos años de su carrera.24

La información para hacer estos cálculos se obtiene de las bases de datos que indizan a las revistas científicas y realizan un complejo y costoso procesamiento del material, especialmente sobre las citas. Pero el acceso a estas bases de datos no es gratuito y, por el momento, se reducen a dos: Web of Knowlege de Thomson Reuter (en adelante WoK) y Scopus de Elsevier y Scimago. Las universidades públicas argentinas tienen acceso a Scopus a través de la Biblioteca Electrónica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, pero sólo unas pocas instituciones gubernamentales suscriben a WoK. Fundamentalmente, estas fuentes tienen sesgos importantes de inclusión pues, en el caso de WoK sólo incorpora revistas cuyos artículos son citados por revistas que ya están adentro. En ambas, el idioma prioritario es el inglés y los países de cobertura anglosajones, más allá de que debido a estas críticas empezaron, de a poco, a incorporar otras revistas de América Latina, sesgo que ha logrado solucionar de mejor manera Scopus (Miguel, et. al., 2011).

En España, la suscripción a WoS en 2010 costó alrededor de €5.000.000 anuales, en tanto la de Scopus rondó los €9.000.000 para el período 2011-2013.25 No hemos podido recabar datos de cuánto le cuesta a Argentina que los investigadores accedan a ellas (aunque en vistas del caso español no deben ser ciertamente baratas) con la pretensión de que un número le indique su prestigio, según si lo citaron mucho o poco o si publicó mucho o poco. Estos índices vienen de la mano de "publiquemos en pocas revistas, pero buenas", del "no todas pueden ser igual de buenas". El asunto puede expresarse en forma análoga al dilema clásico de "quien vigilará a los vigilantes", para nosotros "quien evalúa al evaluador", quién nos dice que tal o cual revista es mejor o peor. En todo caso, ¿qué sentido tiene evaluar la evaluación? Es decir, por qué habrá que ponderar con más o con menos un artículo, y a su autor, después que ya ha pasado por las manos de los árbitros de la comunidad académica que le fueran asignados en una determinada revista. Por otro lado, ¿debería primar un criterio de evaluación fundado en la selección y ponderación que establecen las bases de datos en que el mercado opera como un factor decisivo en el filtro; o bien debería confiarse en el criterio de la autorregulación producida por los académicos?

Sin entrar en los difíciles caminos de la matemática para explicar cómo se sacan los índices de citación, hagamos sí un pequeño ejercicio para ver cuán representativas son las bases de datos internacionales. Un tema muy sensible a los científicos en general y los historiadores en particular, siempre nos preocupamos por saber cómo está compuesto el universo que estudiamos y si representa cabalmente una determinada realidad. Bueno, para empezar por casa. Ya dijimos que la FaHCE edita 18 revistas científicas, de las cuales 8 lograron ingresar al Núcleo Básico. De éstas, sólo dos están en SciELO y en RedALyC, que son las bases de datos regionales abiertas. En tanto, de las bases de datos pagas, en WoK hay una y en Scopus hay dos. Es decir, la inmensa mayoría de los trabajos que se publican en esta Facultad, no están indizados allí.

Ampliemos un poquito el foco, pues aunque se trata de publicaciones que pertenecen a una institución que está haciendo ingentes esfuerzos en el tema, podría argumentarse que esto sucede desde hace relativamente pocos años. Según el estudio que está realizando Cecilia Rozemblum (2011), en el Núcleo Básico de Revistas Científicas que gestiona el CAICYT hay 25 revistas que publican artículos en historia, de ellas en Scopus sólo hay dos, Desarrollo Económico y Mundo Agrario (de ésta sólo la producción desde 2008), en WoK sólo una, Desarrollo Económico . Quiere decir que la inmensa mayoría de los artículos en historia que se publican en Argentina, y cuyas revistas están calificadas por CAICYT, tampoco está en condiciones de aportar para el cálculo de Factor de Impacto o de Índice H.

Es decir, sobre esta escasísima cantidad de revistas indexadas sobre el total de las existentes, estas bases de datos pretenden decirnos qué se publica, quien publica y dónde se publica la investigación científica en Ciencias Sociales y Humanas en Argentina. ¿Cuál es el resultado? Empecemos otra vez por casa: en Scopus, quien suscribe tiene Índice H 1. Como cuando uno se compara tiene que ser exigente, pedí que sacaran el Índice H de Eric Hobsbawm. Él tiene 2, o sea, apenas uno más que yo!26 Pero como es posible que el tipo de trabajo que Hobsbawm hace no entre en las bases de datos,27 opté por solicitar los índices H de algunos investigadores y funcionarios de mayor jerarquía en CONICET. Entre los de Ciencias Sociales y Humanas sólo uno tiene Índice H dos, otros tiene uno, otros apenas figuran pero sin artículos citados. En todos los casos se trata de investigadores de reconocido prestigio, años de trayectoria y con una profusa producción científica.28 El problema es que algunos funcionarios esperan tomar información de allí para gestionar la ciencia en Argentina, sin tener en cuenta el contexto en el cual se produjeron esos índices, y los aplican como si todas las universidades argentinas fueran iguales a Harvard u Oxford y viviéramos todos en la tierra de las oportunidades!

Tal vez sea muy útil para los físicos, los químicos y los médicos,29 que publican casi exclusivamente artículos en revistas internacionales, pero en disciplinas tan desmigajadas como las nuestras, hasta que no esté todo cargado, hasta que el último artículo de la última revista no figure en una base de datos, no hay posibilidad de saber quién es quién en las Ciencias Humanas y Sociales. Y eso si contamos nada más que las revistas, pero resulta que, insistimos, en estas áreas del conocimiento, nos empeñamos en seguir editando libros, nos parece tan importante que una serie de artículos constituyan un dossier en una buena revista, como que se compilen en un libro en una buena editorial. Es más, cuántos libros conocemos que, en realidad, son una compilación de artículos ya editados en diferentes revistas, porque en conjunto constituyen un determinado relato histórico! Y uno quiere tenerlo en su biblioteca! Pero estas bases de datos casi no registran libros (o sólo registran la cita de un libro que aparece en un artículo de revista), la inmensa mayoría son revistas, entonces los índices de citación en Ciencias Sociales y Humanas, aunque cargáramos todas las revistas posibles, tampoco estarían reflejando el volumen real de la producción científica. De hecho, hasta ahora no están reflejando el impacto de la producción académica sobre el conjunto de los colegas.30

Esto nos lleva a la tercera pregunta, acerca de cómo queremos que se nos evalúe. Es evidente que lo que vale para las otras ciencias no vale para las Sociales y Humanas, pero eso no quiere decir que no queramos ser evaluados. Ni que seamos mejores o peores científicos. Lo que aquí se plantea es preguntar sobre cuál es el sentido de permitir que nos evalúen, y nos inciten a publicar, exclusivamente en esquemas de edición científica como negocio, tales como WoK o Scopus, por ejemplo, cuando las Ciencias Sociales y Humanas en Argentina, al menos, están subvencionadas por el Estado y editar revistas científicas es una carga pública.31 De todos modos, Mundo Agrario y Syntesis están en Scopus y la FaHCE no va a sacarlas de allí, claro está, pues en buena parte del mundo esos son los parámetros para todas las ciencias. Y la comunidad científica de la FaHCE seguramente pretende que la gente de otras partes del mundo publique en sus revistas. Además, los investigadores de la FaHCE querrán presentarse a subsidios internacionales donde sí se utilizan esos parámetros. Por otro lado, son una vidriera interesante e internacional para dialogar con colegas de los países centrales (que tienen muchos más recursos).32

Aunque algunos autores identifican visibilidad internacional con calidad, no está definido aún un parámetro de calidad para la producción científica, y el problema es que ninguno de estos dos cálculos (Factor de Impacto e Índice H) dice mucho acerca de la calidad de una publicación, ni de la calidad de los artículos de un autor. El problema, también, es que no hemos diseñado, sobre todo para las Ciencias Sociales y Humanas, estándares alternativos, ni cuali, ni cuantitativos. Además, no están suficientemente desarrollados, en indicadores ni en contenidos, SciELO y RedALyC como para que se equiparen a la representatividad de WoK y Scopus.33 Sin desear que los primeros se conviertan en los segundos, en tanto negocios meramente comerciales de información científica, por el contrario, como argumentan Morales y Aguado (2010) "si se toma en cuenta que, en nuestra región, los recursos con los que se financia buena parte de las investigaciones provienen de fondos públicos, habría que pensar en fortalecer la producción científica desde la iniciativa del acceso abierto". En pocas palabras, las posibilidades y tradiciones de edición y difusión son distintas, tanto entre las disciplinas, como entre las regiones, es decir, el contexto de producción del conocimiento es diferente y, de algún modo, debe ser tenido en cuenta en los procesos de evaluación de los investigadores y para el fomento de la edición científica local con fondos públicos, para hacer las adaptaciones, modificaciones y apropiaciones, que sean necesarias. Las herramientas de evaluación no son malas en sí mismas, lo que perjudica es su uso sin conocimiento cabal de los contenidos de esas fuentes y la composición de los indicadores de evaluación.

5. Algunas reflexiones finales

Más que rasgarnos las vestiduras en contra de los esquemas de la edición y difusión científica como un negocio, pero sin dejar de participar, en tanto no sea lo único que hagamos, la alternativa para la mayor visibilidad y difusión de nuestras revistas, como para la generación de estándares de calidad de la producción científica alternativos y complementarios a las de las bases de datos comerciales, está en el Acceso Abierto, que implica que haya más artículos al alcance de todos. La alternativa está, en impulsar las revistas de acceso abierto, en desarrollar repositorios institucionales34 y en reforzar las bases regionales como RedALyC y SciELO. Si hacemos hincapié en que el aspecto fundamental de la calidad de la producción científica está en la revisión por pares, entonces será suficiente con que las revistas cumplan esa premisa y además ofrezcan los textos en los repositorios de su institución como elemento primordial para la evaluación. Si, además, las bases regionales crecen y amplían la cantidad de revistas en su acervo, podrán generarse índices más representativos. Aquí pongamos un llamado de atención, pues tampoco son nada baratas, porque cae sobre el presupuesto de las universidades públicas la preparación digital de los archivos para que luego sean subidos a la web.35 Pero al menos los resultados están al alcance de todos. Y, sin dudas, las nuevas tecnologías de software abierto serán de gran ayuda para paliar en algo este impacto en los costos. La difusión de OJS demuestra que no solamente se trata de una herramienta para mostrar los resultados de la investigación, sino también es eficaz en la gestión interna de la revista, para una relación más fluida entre los editores y los autores, para un diálogo más eficiente con las bases de datos regionales, que nos están animando para que lo usemos.

En definitiva, para sortear los desafíos de publicar en web necesitaremos de una disposición al trabajo interdisciplinario, en el que los especialistas en informática y los especialistas en bibliotecología resultan aliados fundamentales para quienes gestionan una revista; necesitaremos mantener la originalidad y la revisión por pares como los mejores resguardos de la calidad académica y tendremos que hacer un esfuerzo intelectual mayor para crear parámetros cuanti y cualitativos para evaluar nuestra producción científica, con el fin de no abandonarla a los resultados que arrojan los indicadores cienciométricos.

Bibliografía

Aguado López, Eduardo, Rosario Rogel Salazar, Gustavo Garduño Oropeza y María Fernanda Zúñiga. 2008. “Redalyc: una alternativa a las asimetrías en la distribución del conocimiento científico.” Ciencia, Docencia y Tecnología (37): 11-30.

Aguado López, Eduardo, Rosario Rogel Salazar, Salvador Chávez Ávila y Arianna Becerril García. 2005. “Calidad, visibilidad y disponibilidad de las revistas científicas en iberoamerica en ciencias sociales y humanidades: el proyecto Red ALyC.” Revista Digital Universitaria , February 10. http://www.revista.unam.mx/vol.6/num2/art07/int07.htm.

Babini, Dominique. 2011. “Acceso abierto a la producción científica de América Latina y el Caribe. Identificación de principales instituciones para estrategias de integración regional.” Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad 6 (17). http://www.revistacts.net/files/Volumen%206%20-%20N%C3%BAmero%2017/babini_EDITADO_FINAL.pdf. Consultado el 18 de noviembre de 2011

Biolcati-Rinaldi, Ferruccio. 2010. "Quali indicatori bibliometrici per le scienze sociali?". Documento de trabajo. Dipartimento di Studi Sociali e Politici, Università degli Studi di Milano, February 9. http://www.sociol.unimi.it/papers/2010-02-09_Ferruccio%20biolcati-Rinaldi.pdf. Consultado el 28 de diciembre de 2011.

Caillods, Françoise. 2010. Informe mundial sobre las ciencias sociales, 2010: divisorias del conocimiento . UNESCO. unesdoc.unesco.org/images/0018/001883/188395s.pdf. Consultado el 27 de diciembre de 2011.

Chartier, Roger. 1996. "Del códice a la pantalla: trayectoria de lo escrito", Revista Quimera, nº 150. Disponible en http://www.javeriana.edu.co/relato_digital/r_digital/bibliografia/virtual/chartier-completo.html Consultado el 26 de diciembre de 2011.

Fushimi, Marcela y Guillermo Banzato. 2010. "Las políticas de acceso abierto en las universidades estatales argentinas: un análisis a través de la web". VI Jornadas de Sociología de la UNLP. "Debates y perspectivas sobre Argentina y América Latina en el marco del Bicentenario. Reflexiones desde las Ciencias Sociales" , La Plata, 9 y 10 de diciembre.

Fushimi, Marcela, Patricia Genovés, Mónica Pené y Carolina Unzurrunzaga. 2011. "Indicadores para evaluar repositorios universitarios argentinos, de la teoría a la práctica", Segundo Taller de Indicadores de Evaluación de Bibliotecas, La Plata, 26 y 27 de junio. Disponible en http://tieb.fahce.unlp.edu.ar/actas2011/fushimi_genoves_pene_unzurrunzaga-doc

Garfield, Eugene. 2005. "The Agony and the Ecstasy— The History and Meaning of the Journal Impact Factor", International Congress on Peer Review And Biomedical Publication , Chicago, 16 de septiembre. http://garfield.library.upenn.edu/papers/jifchicago2005.pdf. Consultado el 26 de diciembre de 2011.

Hernández Pérez, Tony, David Rodríguez Mateos, and Gema Bueno De La Fuente. 2007. “Open Access: el papel de las bibliotecas en los repositorios institucionales de acceso abierto.” Anales de Documentación (010): 185-204.

Hirsch, Jorge E. 2005. “An index to quantify an individual's scientific research output.” arXiv:physics/0508025 (August 3). http://arxiv.org/abs/physics/0508025. Consultado el 26 de diciembre de 2011.

Kaiser, Jocelyn. 2010. “Free Journals Grow Amid Ongoing Debate.” Science 329 (5994): 896 -898.

Kuchma, Iryna y Rosemblum, Brian (2010), Report on open repository development in developing and transition countries , The Universty of Kansas. http://hdl.handle.net/1808/6393

Miguel, Sandra, Zaida Chinchilla-Rodriguez y Félix de Moya-Anegón. 2011. “Open access and Scopus: A new approach to scientific visibility from the standpoint of access.” Journal of the American Society for Information Science & Technology 62 (6) (June): 1130-1145.

Miguel, Sandra. 2011. “Revistas y producción científica de América Latina y el Caribe: su visibilidad en SciELO, RedALyC y SCOPUS”, Revista Interamericana de Bibliotecología , 34 (2) pp: 187-99.

Morales Gaitán, Katia Andrea y Eduardo Aguado López. 2010. “La legitimación de la Ciencia social en las bases de datos científicas más importantes para América Latina,” Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos (51), pp. 159-188.

Packer, Abel Laerte y Rogerio Meneghini. 2007. “Learning to communicate science in developing countries.” Interciencia (9), pp: 643-647.

Packer, Abel Laerte, Mariana Rocha Biojone, Irati Antonio, Roberta Mayumi Takenaka, Alberto Pedroso García, Asael Silva Costa da, Renato Murasaki Toshiyuki, Cristina Mylek, Odila Reis Carvalho y Hálida Cristina Rocha F. Delbucio. 2001. “SCIELO: una metodología para la publicación electrónica”, Revista Española de Salud Pública (4), pp: 291-312.

Rozemblum, Cecilia y Guillermo Banzato. 2009. "Nuevos roles del bibliotecario en las estrategias de publicación de revistas académicas". VII Encuentro de Editores de Revistas Científicas , La Habana, 17 al 19 de noviembre. Disponible en http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.522/ev.522.pdf.

Rozemblum, Cecilia y Guillermo Banzato. 2010. "Un modelo de cooperación entre bibliotecarios y editores. La experiencia de BIBHUMA, Biblioteca Profesor Guillermo Obiols, FaHCE, UNLP, 2005-2010". 2º Congreso Internacional de Editores RedALyC , Valdivia, 16 al 19 de noviembre. Disponible en http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.709/ev.709.pdf.

Rozemblum, Cecilia. 2011. ¿Qué vemos de lo que editamos?: visibilidad de la producción editorial científica argentina en historia. Ponencia aceptada para su exposición en el 54 Congreso Internacional de Americanistas, Viena 2012.

Schimmer, Ralf (2008). "Controversial Issues in the Context of Open Access", Open Access. Oportunities and Challenges. A handbook . Luxembourg, European Comission. EUR 23459. ec.europa.eu/research/science.../open-access-handbook_en.pdf

Notas

1 En adelante FaHCE

2 Sandra Fernández y Oscar Videla me invitaron gentilmente a presentar la versión digital del Anuario. Marta Bonaudo y Darío Barriera, presentes en la sesión, tanto como Dora Barrancos, Gloria Chicote, José Luis de Diego y Amalia Eguía, quienes leyeron la conferencia, me alentaron a seguir trabajando en un tema sensible a la comunidad académica. Marcela Fushimi, Cecilia Rozemblum, Mariana Pichinini, Sandra Miguel, Laura Rodríguez y Germán Soprano se ocuparon de mejorar mis argumentos, remarcar faltantes y exigirme explicaciones mejor fundadas. Agradezco a todos su colaboración y asumo los posibles errores que el lector encuentre en el texto.

3 En 2000, en el Centro de Estudios Histórico Rurales de la FaHCE , creamos la revista Mundo Agrario, dedicada a publicar trabajos científicos sobre los aspectos sociales, económicos, políticos y culturales de las cuestiones rurales, desde los enfoques histórico, sociológico, geográfico y antropológico. Puede consultarse en http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar

4 Es lo que ha hecho la FaHCE , crear una unidad operativa que, desde la biblioteca, apoya la edición de revistas. Puede consultarse en: http://www.fahce.unlp.edu.ar/biblioteca/Descargables/presentacion290906.pdf

5 Una plataforma de desarrollo es un software en el que una serie de programas permiten realizar determinadas tareas. El Open Journal System, por ejemplo, se utiliza para gestionar y editar revistas. Véase: http://pkp.sfu.ca/espanol

6 Un gestor de contenidos es un programa que permite desarrollar la estructura de una página web, que contendrá los contenidos que se quieren mostrar. http://es.wikipedia.org/wiki/Gestor_de_contenido. PLONE (http://plone.org/) es utilizado también en la FaHCE para el diseño de páginas destinadas a administrar y publicar reuniones científicas, gestionar redes de investigadores y editar libros digitales.

7 http://www.fahce.unlp.edu.ar/biblioteca/labiblioteca/resolveuid/8b61ea981a250eeb9466bfe3832356e6

8 Colección de difusión de la historia mundial del siglo XX para utilización en las aulas del nivel secundario y público en general que dirige la Dra. María Dolores Béjar, http://www.carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/

9 Para una mirada de largo plazo acerca de los cambios y permanencias en la lectura y el soporte de los textos, desde los rollos a la pantalla, véase Chartier, 1996.

10 Por ejemplo Web of Knowledge y Scopus entre las que cobran su servicio; SciELO (http://www.scielo.org), RedALyC (http://redalyc.org) y Dialnet (http://dialnet.unirioja.es/), entre las de acceso libre. Para una relato del surgimiento de SciELO, metodología de trabajo y objetivos, véase Packer, et. al., 2001; datos más recientes de su desarrollo en Packer y Meneghini, 2007. Sobre RedALyC, puede consultarse Aguado López, et. al., 2005 y 2008.

11 De igual manera, las hay pagas, como Urlich y de acceso libre como Latindex (http://www.latindex.unam.mx).

12 Desarrollamos un modelo de interacción entre bibliotecarios y editores en Rozemblum y Banzato (2009 y 2010).

13 El sistema Latindex tiene tres niveles de recolección de datos, un Directorio, en el que se incluyen todas las revistas editadas en la región, un Catálogo al que ingresan las revistas científicas que pasan una evaluación de calidad editorial y un Índice que incluye las revistas electrónicas. http://www.latindex.unam.mx/latindex/queesLatindex.html

14 Conformado desde 2001 por el directorio del CONICET, integra las revistas científicas arbitradas que cumplen los parámetros de calidad y contenidos. http://www.caicyt.gov.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=32&Itemid=119

15 Respectivamente: http://www.fahce.unlp.edu.ar; http://www.fahce.unlp.edu.ar/biblioteca; http://www.publicaciones.fahce.unlp.edu.ar; http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

16 Pueden consultarse en: http://www.latindex.unam.mx/documentos/docu.html

17 Anuario del Instituto de Historia Argentina , Educación Física y Ciencia , Mundo Agrario , Olivar , Orbis Tertius , Revista de Filosofía y Teoría Política , Sociohistórica. Cuadernos del CISH y Synthesis . http://www.caicyt.gov.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=90&Itemid=359&lang=es

18 Budapest Open Access Initiative: http://www.soros.org/openaccess/read.shtml

19 http://www.earlham.edu/~peters/fos/bethesda.htm

20 Para un panorama de los servicios latinoamericanos de acceso abierto, véase Babini, 2011

21 Véase una interesante puesta al día, aunque para las áreas de biología y medicina, en http://francisthemulenews.wordpress.com/2010/08/20/el-buen-negocio-de-plos-one-y-el-pagar-por-publicar/#comment-14370 consultado el 17/12/11. Recomendamos dar una mirada a los comentarios de los científicos en este blog. Sobre las mismas áreas del conocimiento véase también Kaiser, 2010.

22 En el 88% de las instituciones participantes de una encuesta realizada en los países en desarrollo en 2009 se encontró que las Bibliotecas jugaron un papel fundamental en la creación y desarrollo de los repositorios de sus instituciones. Participaron 20 países y 49 instituciones: Argentina, Azerbaijan, Brasil, Camerún, China, Ghana, Hong Kong, India, Jamaica, Kyrgyzstan, Mongolia, Namibia, Polonia, Rusia, Eslovenia, Sudáfrica, Taiwan, Ucrania, Venezuela y Zimbabwe (Kuchma y Rosemblum, 2010).

23 Para una definición de divulgación: http://es.wikipedia.org/wiki/Factor_de_impacto. Consultado el 26/12/11. Véase, del creador del concepto: Garfield, 2005

24 Como en el caso anterior, ofrecemos una definición de divulgación en http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%8Dndice_h Consultado el 26/12/11 Véase del creador del concepto: Hirsch, 2005

25 Véase: http://www.accesowok.fecyt.es/ y http://www.elprofesionaldelainformacion.com/notas/fecyt-gestiona-la-adquisicion-de-sciverse-scopus. Consultados el 28/12/11.

26 Datos de junio de 2010.

27 Agradezco esta observación a Samuel Amaral.

28 Quien suscribe es investigador adjunto desde 2010. Se han elegido a personas con dos o tres categorías más, comprenderá el lector que se mantenga en reserva la identidad, posición en la carrera de investigador y cargos ejecutivos de los casos seleccionados.

29 De hecho, también solicitamos los Índice H de los colegas de estas ciencias, en iguales condiciones que en el caso anterior, los que oscilaban entre 7 y 23. Téngase en cuenta que no es posible comparar los Índice H entre disciplinas, lo que queremos indicar aquí es, solamente, que para los científicos argentinos de éstas áreas su aplicación es factible, no así en los casos de las Ciencias Sociales y Humanas.

30 Es notable que el Informe Mundial sobre la Ciencias Sociales de la UNESCO (Caillods, 2010), si bien previene sobre la validez de la información que brindan las dos grandes bases, prácticamente funda todo su análisis en los datos que estas arrojan. Según Biolcati (2010:5, 11) ninguna revista italiana de sociología había entrado en el Social Sciences Citation Index , y solamente dos en Scopus, desconociendo el autor por qué motivos estaban esas y no otras.

31 En el sentido de que las Universidades Públicas en Argentina no tienen presupuestos destinados exclusivamente para subvencionar la actividad de un investigador en su rol de editor de una revista científica en Ciencias Sociales y Humanas.

32 Biolcati (2010) ha realizado un interesante ejercicio para definir variables bibliométricas que le permiten medir la internacionalización y difusión de la producción de un grupo de científicos sociales en Milán, combinando la información de WoK, Scopus, Google Scholar y el repositorio institucional de su Universidad, aclarando el autor que no mide la calidad del trabajo científico.

33 Un minucioso trabajo comparativo entre SciELO, RedALyC y Scopus (Miguel, 2011), nos muestra las diferencias regionales en la representatividad de las revistas de cada país en las distintas bases, el bajo solapamiento y por lo tanto complementariedad de los datos que brindan, la diferencias en las temáticas en cada base, siendo RedALyC la que tiene un porcentaje significativo de revistas en ciencias sociales.

34 Aquí podemos volver a la cuestión de la cooperación interdisciplinaria, toda vez que han sido los bibliotecarios quienes más han aportado para la creación y mantenimiento de los repositorios institucionales de Acceso Abierto. Para el caso argentino véase Fushimi y Banzato, 2010 y Fushimi, et. al. 2011 ; el caso de la Universidad de Milán en Biolcati, 2010:4. Véase también, Hernández et. al., 2007.

35 En el II Encuentro Iberoamericano de Editores Científicos organizado por el CAICYT en 2010, argumentamos ante los directores de las grandes bases de datos que nos costaba muy caro preparar los archivos para cada una de ellas, y sugerimos si podían ponerse de acuerdo para aceptar estándares comunes a todas. Abel Packer, de SciELO, nos recomendó contratar filipinos para que procesaran las citas. Más allá de las cuestiones económicas relacionadas con los magros presupuestos universitarios argentinos, evidentemente no es la opción preferible para un país con tasas de desempleo altas y personal suficientemente capacitado. Y, definitivamente, no responde a la necesidad que tienen los editores de que las bases de datos homologuen los procesamientos del material.